En la recopilación de ensayos que constituye Otras inquisiciones, Jorge Luis Borges recoge temáticas tan misceláneas como reflexiones sobre la eternidad y el infinito, las paradojas del universo y la refutación del tiempo, la irrealidad del yo y la lectura cabalista de las Escrituras, los nombres de Dios y la leyenda del primer Buda. A lo que se agregan meditaciones filosóficas y metafísicas acerca de Pascal, Schopenhauer, Hume, Berkeley, el idealismo y el panteismo.
Pero, además, se trata de ensayos de interpretación literaria, crítica y de estilo, sobre autores tan conocidos como Quevedo, Cervantes, Wilde, Chesterton, Wells, Kafka, Bernard Shaw.
En esta Segunda Parte de esta reseña, presentamos otros de los títulos analizados por Borges, resumiendo el comentario para cada título recomendado.
Ahora que hemos reabierto la biblioteca para el ingreso de nuestras lectoras y lectores y estamos ofreciendo nuevamente los servicios de devolución y préstamos de libros, te invitamos a venir a buscar estos títulos al Centro Bibliotecario de Puente Alto, en calle Concha y Toro 507. O también puedes seguir solicitando libros vía #LibroVecino, servicio en línea que busca acercar la lectura a los barrios facilitando la movilidad de los vecinos y vecinas de Puente Alto:
SOBRE CHESTERTON.
G. K. Chesterton (1874-1936) es uno de los autores (como por Wilde, Quevedo y Cervantes) por lo que Borges profesa enorme admiración… En Otras inquisiciones lo cita en innumerables ocasiones. Pero dedica un ensayo especialmente a él.
En primer lugar, realiza Borges la distinción entre Edgar Allan Poe, que escribió, por un lado, cuentos de puro horror fantástico, y por otro, fue inventor del cuento policial, sin combinar los dos géneros… Chesterton, en cambio, los combinó… Pero este esquema combinatorio, no es un artificio retorico, dice Borges, sino una “forma esencial”, puesto que Chesterton nos explica mediante la razón lo inexplicable y que por “razón”, agrega, debemos entender, en Chesterton, “la fe católica”.
Por este motivo, a diferencia de Edgar Allan Poe, Kafka o Baudelaire, que tejían pesadillas, el “mundo de espanto” y las “formas de horror” adquieren en Chesterton un tono de burla, o al menos, de burlesca moderación, puesto que su fe (la católica y de la Edad Media) le enseñó que “… el mero hecho de ser es tan prodigioso que ninguna desventura debe eximirnos de una suerte de cómica gratitud”.
Un elemento muy llamativo de este ensayo es que, al hablarnos de Chesterton, pareciera también hablarnos de su propia obra cuentística, como si el autor británico fuera una representación y un espejo de sí mismo. Borges se ve a sí mismo no como un Edgar Allan Poe, sino como un Chesterton… Y en este mismo ensayo, la estética, la ética, la religión y la política se entremezclan de manera armoniosa, igual que en la obra de Chesterton.
Pueden ser solicitados al Centro Bibliotecario los siguientes títulos de G. K. Chesterton:
- El hombre que fue jueves. San Francisco de Asís, el hombre eterno.
EL PRIMER WELLS.
En el ensayo “El primer Wells”, Borges nos maravilla con su capacidad de articular a autores, aproximando a los distantes y distanciando a los semejantes. Este último es el caso entre H. G. Wells y Julio Verne. Mientras las ficciones de Verne especulan en lo probable (submarinos, el descubrimiento del polo Sur, fotografías parlantes, la travesía de África en globo), las de Wells se orientan a “meras posibilidades” (un hombre invisible o una flor que devora a un hombre), “cuando no en cosas imposibles” (un hombre que regresa del porvenir con una flor o un hombre que regresa de la otra vida con el corazón a la derecha).
Es decir, Borges señala la “superioridad” de Wells a otros autores de literatura de anticipación. No se trata solamente de mejores “argumentos”, puesto que “En libros no muy breves, el argumento no puede ser más que un pretexto, o un punto de partida. Es importante para la ejecución de la obra, no para los goces de la lectura. Ello puede observarse en todos los géneros…”.
La superioridad de Wells (1866-1946) radica, entonces, en que “No sólo es ingenioso lo que refieren; es también simbólico de procesos que de algún modo son inherentes a todos los destinos humanos”.
Esta superioridad de H. G. Well ha de ser apreciada en los siguientes títulos, que pueden ser solicitados en el Centro Bibliotecario:
- La guerra de los mundos.
- El hombre invisible.
KAFKA Y SUS PRECURSORES.
En el ensayo sobre Franz Kafka (1883-1924), Borges registra algunos de los precursores del escritor bohemio. Con su incansable y asombrosa creatividad para conformar paralelismos, nos habla de la paradoja de Zenon; del unicornio, visto por Han Yu, prosista chino del siglo IX; del filósofo danés Kierkegaard; de un poema de Robert Browning; de dos cuentos, uno de León Bloy y el otro de un poco conocido Lord Dunsany. Y señala: “… las heterogéneas piezas que he numerado se parecen a Kafka; si no me equivoco, no todas se parecen entre sí. Este último hecho es el más significativo”.
De este modo, Borges nos está diciendo que nuestra lectura de Kafka afina y desvía sensiblemente nuestra lectura de autores anteriores y distintos, incluso por siglos y culturas. O, en otras palabras: la lectura del presente puede modificar la del pasado.
Kafka es un autor que ha creado él mismo herederos de su obra, que son anteriores a él mismo, porque su potencia pone de cabeza la historia de la literatura y nos hace leer a nosotros mismos de maneras impensadas. Kafka crea a sus propios precursores y también nos crea a nosotros mismos, como sus lectores. Su labor literaria modifica nuestra concepción del pasado, así como la del futuro.
En el Centro Bibliotecario pueden ser solicitados los siguientes títulos de Kafka:
- El desaparecido.
- La condena.
NOTA SOBRE (HACIA) BERNARD SHAW.
En el ensayo “Nota sobre (hacia) Bernard Shaw”, Borges nos dice que en G. B. Shaw (1856-1950) los contenidos gremiales o municipales, o en una palabra, políticos, que aborda Shaw, ya han perdido interés; y que sus elocuentes ideas pueden estar mejor expresadas por otros.
No obstante, sus personajes, las situaciones narradas, los ambientes y conflictos, son universales y tienen enorme valor estético. Escribe Borges: “Lavinia, Blanco Posnet, Keegan, Shotover, Richard Dudgeon, y, sobre todo, Julio César, exceden a cualquier personaje imaginado por el arte de nuestro tiempo”. O, en otras palabras, la primacía de Shaw es estética, es artística, no política o ideológica.
Es decir, Borges nos está dando las pautas de cómo abordar e interesarnos por Shaw: hay que tomar a Shaw como a un autor universal, como a Cervantes o a Quevedo, no como un autor de actualidad. Y de este modo se conocerá la importancia de su obra como autor que trasciende tiempos y lugares.
En el Centro Bibliotecario pueden ser solicitados los siguientes títulos de G. B. Shaw:
- Ironía y verdades.
- La profesión de la señora Warren.