En la recopilación de ensayos que constituye Otras inquisiciones, Jorge Luis Borges recoge temáticas tan misceláneas como reflexiones sobre la eternidad y el infinito, las paradojas del universo y la refutación del tiempo, la irrealidad del yo y la lectura cabalista de las Escrituras, los nombres de Dios y la leyenda del primer Buda. A lo que se agregan meditaciones filosóficas y metafísicas acerca de Pascal, Schopenhauer, Hume, Berkeley, el idealismo y el panteísmo.
Pero, además, se trata de ensayos de interpretación literaria, crítica y de estilo, sobre autores tan conocidos como Quevedo, Cervantes, Wilde, Chesterton, Wells, Kafka, Bernard Shaw.
A continuación, presentamos algunos de los títulos analizados por Borges, resumiendo el comentario para cada título recomendado.
Ahora que hemos reabierto Biblioteca Central para el ingreso de nuestras lectoras y lectores, y estamos ofreciendo nuevamente los servicios de devolución y prestamos de libros, te invitamos a venir a buscar estos títulos al Centro Bibliotecario de Puente Alto, en calle Concha y Toro #507. O también puedes seguir solicitando libros vía LibroVecino, servicio en línea que busca acercar la lectura a los barrios facilitando la movilidad de los vecinos y vecinas de Puente Alto:
Nathaniel Hawthorne.
Entre las temáticas abordadas en “Nathaniel Hawthorne”, una de las principales es acerca del concepto de “alegoría”. Habría una interpretación desdeñosa de lo que es la alegoría, que la volvería un género bárbaro o infantil, una “distracción estética”, una simple “adivinanza” … Pero esta definición no le interesa a Borges, quien prefiere abordar las problemáticas desde la raíz… Borges entiende que una alegoría puede tomar valor en la medida que se vuelva menos “reductible a un esquema”. Sin duda, Hawthorne tuvo esa capacidad.
No obstante, un problema se presenta al autor norteamericano Nathaniel Hawthorne (1804-1864) y es que cometía también el “error estético” de agregar la moralidad, volviendo la alegoría una fábula; intentando hacer del arte “una función de la conciencia” … Por lo que Borges concluye: “Son mejores aquellas fantasías puras que no buscan justificación o moralidad y que parecen no tener otro fondo que un oscuro terror”.
Para Borges hay una gran obra de Nathaniel Hawthorne que alcanza el punto culminando de lo que sería una alegoría irreductible a cualquier resquema: “Wakefield”, uno de los relatos más perfectos y enigmáticos de la literatura norteamericana.
“Nathaniel Hawthorne” es un escritor portentoso, en el que se podría ahondar y ahondar, y ciertamente, Borges lo hace, por ejemplo, en la técnica constructiva del escritor norteamericano, que inicia no por personajes sino por las situaciones; en la relación de sus antepasados en Salem y su puritanismo y afán por el “error estético” de la moralidad y la fábula; en el hecho feliz para los niños de tiempos remotos donde no había literatura infantil, sino sólo literatura; en la misma síntesis que hace Borges de “Wakefield” o la biografía de Hawthorne.
Todos estos temas no sólo están presentes en Wakefield, sino también en otros relatos y novelas de Nathaniel Hawthorne.
Las obras que de este autor contamos en el Centro Bibliotecario, son:
- Wakefield y otros relatos.
- La Casa de los Siete Tejados.
- Mitos griegos contados otra vez.
- La letra escarlata.
Sobre Oscar Wilde.
Oscar Wilde (uno de los autores predilectos de Borges) fue a la vez simbolista y, en oposición, su sintaxis era “simplísima”. Pero en esa diversidad, hay un hecho que es elemental y comprobable: “Wilde, casi siempre, tiene razón”. Dice Borges que Wilde “fue un ingenioso que tenía razón además…”.
Pero conjuntamente al ingenio y a la razón, Wilde tiene otra característica: “…una suerte de negligente felicidad”.
Otra peculiaridad destacada por Borges, ligada a la felicidad, es que Wilde “guarda, pese a los hábitos del mal y la desdicha, una invulnerable inocencia”. Dicha inocencia está emparentada con la genuina visión de una obra.
Por último, Borges destaca en Wilde ser “…de aquellos venturosos que pueden prescindir de la aprobación de la crítica y aun, a veces, de la aprobación del lector”.
Las obras de Oscar Wilde que contamos en el Centro Bibliotecario, son:
- De profundis y otros escritos de la cárcel.
- El abanico de Lady Windermere, acompañado de Una mujer sin importancia.
- La importancia de llamarse Ernesto, acompañado de Un marido ideal.
Quevedo.
En el ensayo titulado, simplemente, “Quevedo”, nos habla Borges acerca del enigma de la “gloria parcial” de uno de los principales poetas del siglo de Oro Español, Francisco de Quevedo (1580-1645). La causa de esta parcialidad, la encontró Borges, en un antiguo texto de Inquisiciones (su primer libro de ensayos), en la ausencia del sentimentalismo. Y es que, dice Borges: “… no es indispensable que un escritor se muestre sentimental, pero es indispensable que su obra, o alguna circunstancia biográfica, estimulen el patetismo”.
Complementa Borges a la tesis anterior, con la siguiente, de Otras inquisiciones: Quevedo no encontró un símbolo que se apodere de la imaginación de la gente… Dante creó los círculos del infierno, Cervantes al Quijote y a Sancho, Switf una república, Merville una ballena, Whitman un protagonista.
Ahora bien; aunque no haya “patetismo” ni en su obra ni en su vida, a Quevedo cabria caracterizarlo con su destino de ser “el literato de los literatos”. Escribió Borges: “Para gustar de Quevedo hay que ser (en acto o en potencia) un hombre de letras; inversamente, nadie que tenga vocación literaria puede no gustar de Quevedo”.
Y es que, concluye, “La grandeza de Quevedo es verbal”, en el sentido de que sus obras son expresión de la construcción de “objetos verbales, puros e independientes”, que constituirían la “dignidad del lenguaje”.
Por último, en una sentencia tan creativa como fascinante, Borges escribe: “Francisco de Quevedo es menos un hombre que una dilatada y compleja literatura”.
Las obras que de este autor contamos en el Centro Bibliotecario, son:
- Sonetos de amor y otros poemas.
- El buscón.
Magias parciales del Quijote.
En“Magias parciales del Quijote”, Borges nos dice que, si bien El Quijote es una novela realista, si se la compara con La Ilíada o La Divina Comedia, obras refulgentes de fantasías, es un realismo muy distinto al del siglo XIX (con autores como Balzac, Dostoievski o Tolstoi). A diferencia de la literatura realista habitual y, a la vez, diferenciándose de la fantástica, Cervantes aborda lo sobrenatural y maravilloso de manera indirecta e insinuada… De ahí la “parcialidad” de la magia quijotesca, no como una carencia, sino como una potencialidad.
Destaca en este sentido que, en la Primera Parte del Quijote, en la biblioteca de don Quijote, hay un libro de Cervantes y que uno de los personajes, el barbero, resulta ser amigo del autor; y que, en la Segunda Parte, los protagonistas han leído la Primer Parte.
Otra tesis de este ensayo de Borges y que no sólo nos habla de El Quijote sino de toda obra de literatura universal, es que, primero, el punto de partida de un texto es otro texto; segundo, la pluralidad de autores es ilusoria, porque todos los autores escribirían un sólo libro; y tercero, la literatura es lo esencial, no el individuo… Todo esto está expresado en la obra de aquel escritor tan famoso como desconocido: Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616).
Tanto la Primera Parte como la Segunda de El Quijote de Cervantes, pueden ser solicitadas en el Centro Bibliotecario de Puente Alto.
- Don Quijote de la Mancha I.
- Don Quijote de la Mancha II.