Agatha Christie (1890-1976) fue una escritora inglesa, autora de más de 60 novelas de ficción criminal y 15 colecciones de relatos, cuyos protagonistas, regularmente, son los detectives ficticios Hércules Poirot y Miss Jane Marple. También escribió, entre otras, la obra de teatro “La ratonera”, que se montó en el barrio teatral West End en Londres, desde 1952 a 2020, siendo el montaje que más se ha representado se forma continua y que sólo cesó debido a la pandemia por Covid-19. Además, el libro de los Récord Mundiales Guinness refiere a ella como la escritora más vendida de todos los tiempos.
Christie nació en una familia de clase alta y fue educada principalmente en el hogar. Inicialmente fue una escritora que conoció el fracaso, con varios rechazos consecutivos. Pero esto cambió a sus treinta años, en 1920, cuando se publicó “El misterioso caso de Styles”, con el detective Hércules Poirot como protagonista. Desde ese momento se volvió una de las escritoras más populares y reconocidas, especialmente por la elaboración de sus tramas, capacidad para mantener el suspenso y confundir al lector, lo que ha producido que muchas de sus obras hayan sido y sigan siendo llevadas al cine o la televisión.
Tras el divorcio de su primer marido, en 1928, Christie salió de Inglaterra y tomó el tren llamado “Orient Express” a Estambul y luego a Bagdad. En Irak, hizo amistad con un arqueólogo y su esposa, quienes la invitaron a regresar a su excavación en 1930. En ese segundo viaje, conoció al arqueólogo Max Mallowan, quien se convirtió en su marido hasta su muerte y con quien tuvo una hija… La escritora acompañó a Mallowan en sus expediciones arqueológicas, en Siria e Irak, en Ur y Nínive, entre otros lugares, y el conocimiento que obtuvo, contribuyeron de fondo o de trama a varias de sus novelas ambientadas en el Medio Oriente, como “Asesinato en Mesopotamia” (1936) y “Muerte en el Nilo” (1937), así como las novelas basadas en su experiencia de viajes internacionales en tren, como “Asesinato en el Orient Express” (1934).
Durante las dos guerras mundiales, sirvió como enfermera y en farmacias de hospitales, adquiriendo un conocimiento profundo de los medicamentos que aparecerían en muchas de sus novelas, cuentos y obras de teatro, utilizados como veneno.
Así como sus conocimientos de enfermería, farmacéutica y experiencias arqueológicas, se expresan en la erudición y precisión, saber técnico y científico de sus novelas, cabe también señalar que Christie fue toda su vida miembro de la Iglesia anglicana. La particularidad es que, en un país protestante como Inglaterra, la Iglesia anglicana mantienen una liturgia cercana a la Iglesia católica… La relevancia del catolicismo de Christie que se puede apreciar en sus novelas es la introducción de la idea de pecado y de mal, tanto en el crimen como en el mundo moderno en general. Los detectives, de cierta manera, buscan poner orden y exhortar la moral en el caos de la modernidad.
Christie había sido durante mucho tiempo fervorosa lectora, tanto del novelista William Wilkie Collins (1824-1889), autor de “La mujer de blanco” y “La piedra Lunar”, así como de su amigo Arthur Conan Doyle (1859-1930), creador de Sherlock Holmes. Otro autor del que fue admiradora es G. K. Chesterton (1874-1936), especialmente de su personaje Padre Brown, párroco y detective.
Si bien de Wilkie Collins puede apreciarse cierta influencia en el personaje de Christie, Miss Marple, el “provincialismo” tiene que ser entendido de forma distinta. Miss Marples es una mujer solterona y provinciana, casi parroquial, que trabaja como consultora aficionada de detectives y que recurre a su experiencia personal (incluso de infancia o familiar) para solucionar los casos criminales. Pero las problemáticas de las novelas protagonizadas por esta mujer de pueblo, tienen un carácter “universal”: “Hay mucha maldad en la vida de las aldeas”, decía Miss Marple. En cambio, en las novelas de Wilkie Collins, el “provincialismo” se encuentra en el lenguaje, la trama y los conflictos de sus novelas.
De su amigo Conan Doyle admira y reproduce la racionalidad de los métodos de Sherlock Holmes, pero Christie incorpora o agrega problemáticas morales, míticas y religiosas, como, por ejemplo, el problema del mal, como lo hiciera también G. K. Chesterton con el Padre Brown.
En este sentido, también se puede apreciar y cabe destacar una diferencia con la, así llamada, “novela negra” norteamericana, con autores como Raymond Chandler (1888-1959) y Dashiell Hammett (1894-1961), donde el crimen tiene siempre una posibilidad de redención o transformación por parte del criminal. Esta perspectiva es comprensible si se considera a ambos autores como impregnados de ciertas ideas socialistas y de reforma social. En Christie (o Chesterton), por el contrario, basados en sus ideas reaccionarias y conservadoras, el mal lo ha impregnado todo, tiene una substancia propia, exaltado por el mundo industrial y la modernidad.
Otra diferencia relevante es que el crimen de la novela norteamericana tiene un sustento material y económico, en la novela de ficción criminal británica, en cambio, el crimen se sostiene (como ya hemos señalado) en problemáticas morales, míticas y religiosas. El mismo Hércules Poirot, ex oficial de la policía belga, que se había refugiado en Gran Bretaña después de que Alemania invadiera su país, es un dandy y millonario, intelectualmente superior, irónico e incrédulo, como perteneciente a otra época, que mira con distancia el mundo moderno y burgués.
Agatha Christie fue elegida miembro de la “Royal Society of Literature” (1950). En honor a sus muchas obras literarias escritas, como ella decía, para entretener a sus compatriotas durante la tragedia de la guerra, fue nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico (1956). Desde 1958 hasta 1976, fue co-presidente del “Detection Club” (grupo de escritores británicos de misterio). También fue galardonada con un “Doctorado honoris causa” en Literatura, por la Universidad de Exeter (1961). Y luego fue ascendida a Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico (1971).
De 1971 a 1974, la salud de Christie comenzó a decaer, aunque continuó escribiendo. Su última novela fue “La puerta del destino”, de 1973… Murió en 1976, a los 85 años de edad, por causas naturales.
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