La singularidad de las tres hermanas Bronte, Charlotte, Emily y Anne, que vivieron aisladas con su familia, en las estepas y paramos, entre los vendavales, “solteronas”, consiste en que escribieron poemas y novelas, amorosas y apasionadas, bellas y brutales, en la soledad y en el furor, de una trascendencia incuestionable.
Se ha planteado la tesis de que las brutalidades narradas o poetizadas por las Bronte, se debe a su inocencia y candidez, en medio de un lugar salvaje, expresadas sin entenderlas muy bien… Pero este planteamiento únicamente se sostiene por esa especie de mito en torno a Charlotte, que sobrevivió a sus hermanas y tuvo que hablar de ellas, en medio de la prejuiciosa y asfixiante sociedad inglesa, que llevó el nombre de “época victoriana”.
Las hermanas Bronte, por medio de su arte (aunque es cierto que la obra supera muchas veces la comprensión y horizontes de los mismos autores) expresaban con toda claridad la profundidad feroz del alma humana.
El padre era pastor evangelista, en el norte de Inglaterra, cuya casa era una lúgubre construcción de piedra, junto al cementerio. Se trataba de una remota casa parroquial sobre los agrestes paramos… El hombre había estudiado en Cambriadge y escribía literatura y artículos religiosos.
La madre, después de haber dado a luz a cinco niñas y un varón, murió de cáncer estomacal, tras un largo periodo de siete meses de enfermedad y atroz padecimiento.
María, la mayor de las hermanas, con infantiles siete años, empezó a distraer y educar a los menores por medio de lecturas de la Biblia, periódicos y novelas, para que no importunaran a la agonizante madre.
El padre, autoritario y recto, entregó (como era habitual en ese entonces) más atención al hijo varón, invirtiendo su tiempo y dinero en él, por lo que las mujeres fueron destinadas a internados pobres y tuvieron que trabajar desde muy pequeñas.
No obstante, sí promovía en sus hijas la pasión por la lectura, tanto literaria como religiosa, así como de temas de actualidad e incluso políticos.
En el internado, pobre y frío, se ejercía la violencia sobre sus poco más de cincuenta alumnas. Pero especialmente fue María, la hermana mayor de las Bronte, quien fue violentada sistemáticamente por una profesora.
En 1825 las dos hermanas mayores, de once y diez años, fallecieron de tuberculosis.
El padre retiró a las hijas sobrevivientes del internado. Luego de aquello, sólo estudiarían por breves temporadas en escuelas privadas. Su educación se realizaría principalmente en casa, en Haworth, con su padre.
Los cuatro hermanos comenzaron a escribir novelas de ficción y de aventura. Charlotte y Brawel (el hombre), por un lado, Emily y Anne, por otro. Los cuadernos se conservan, destacándose en ellos una diminuta letra que debe leerse con lupa… ¡Se habían entregado por completo a sus fantasías!
Era el periodo del proceso más turbulento de la industrialización en Inglaterra. Las condiciones laborales eran esclavizantes, incluso para los niños. No había alcantarillado en la ciudad. La clase trabajadora moría prácticamente de hambre, o en su defecto, por alguna enfermedad contagiosa. Los
artesanos perdían sus empleos. Las fábricas se multiplicaban… Los Bronte leían de todo aquello en los periódicos.
Al ir creciendo, empezaron a experimentar otros sentimientos y frustraciones. Charlotte, por ejemplo, se enamoró obsesivamente de un hombre casado. Emily, por su lado, padeció de anorexia.
Como mujeres, el único empleo al que podían acceder (salvo los de lavandera, empleada doméstica o algún puesto autómata en la industria) era el de profesora o de institutriz. A esta labor se dedicaron, promediando los veinte años.
Charlotte y Emily se emplearon como institutrices en Bruselas, Bélgica, donde habían estudiado, con éste objeto, por un periodo breve.
Pero lo que realmente las apasionaba era escribir.
No obstante, el único que tenía la posibilidad de volverse escritor era, por supuesto, Brawel, el hombre… Sin embargo, además de egocéntrico y arrogante, era débil y falto de talento. Su vida era un completo desastre… Tutor también él, dejó embarazada a la empleada de la casa y fue despedido… Se volvió jefe en una estación de trenes, pero fue destituido debido a la perdida de una importante suma de dinero de la que era responsable… Vuelve a convertirse en tutor y empieza un romance con la mujer de la casa, diecisiete años mayor que él y a la que empieza a chantajear… Se vuelve alcohólico y adicto al opio.
En 1847, las hermanas Bronte deciden, asombrosa y valientemente, pagar por la publicación de los libros que ellas mismas escribieron. “Agnes Grey”, de Anne; “Jane Eyre”, de Charlotte; y la inconmensurable novela de Emily, titulada “Cumbres borrascosas”.
Eran novelas totalmente poéticas, que nos hacen ver, oír, sentir, lo que ellas vieron, oyeron y sintieron… No por nada, las lecturas predilectas de las hermanas Bronte eran las obras de Byron, Shelley y Keats… Y debido a esta identidad poética de sus prosas, forma y fondo, expresión y significado, son inseparables.
Otra característica fundamental es que la naturaleza en las obras de las hermanas Bronte, desde el paramo a la tormenta, las ovejas y los árboles, no está presente como un decorado, sino como símbolo e invocación de las pasiones; así como también expresión del poder.
Los seudónimos elegidos fueron Acton, Ellis y Currer Bell, respectivamente. Ni siquiera los editores sabían ¡ni podían saber! que se trataba de tres mujeres…
Las obras tuvieron una enorme repercusión, obteniendo gran popularidad. “Jane Eyre”, principalmente, se convirtió en el éxito editorial del año.
No obstante, los críticos literarios las encontraron narraciones rudas y salvajes. Especialmente reprochada con odiosidad resultó, nada más ni nada menos, que “Cumbres borrascosas”.
Al respecto, Virginia Woolf escribió, contra miopía de los críticos literarios y a favor de las obras de nuestras autoras: “… Tienen una personalidad avasalladora (…). Hay en ellas cierta ferocidad indómita, permanentemente en guerra con el orden de las cosas aceptado, que les hace desear, crear el instante más que observar con paciencia. Este mismo ardor, rechazando las medias tintas y otros impedimentos menores, deja atrás con sus alas la conducta diaria de la gente corriente y se alía con sus pasiones más inefables”.
Branwel, el varón, murió de tuberculosis en 1848, y no sólo contagió a Emily de la enfermedad, sino que ella, debido a la pérdida de su querido hermano, profundizó también su anorexia. Murió tres meses después, teniendo 30 años de edad… Cinco meses después, de 29 años, murió Anne, también de tuberculosis.
Charlotte reconoció la autoría de “Jane Eyre” y publicó dos novelas más, “Shirley” y “Violette”, que también obtuvieron gran éxito. El año de su muerte publicó una última novela titulada “El profesor”.
Después de un infructuoso enamoramiento no correspondido por parte de su editor, Charlotte se casó con un joven sacerdote ayudante de su padre, en 1854. Tras un año de enorme felicidad, murió enferma de fiebre tifoidea, a los 39 años.
Refiriéndose a Charlotte, pero sin duda se puede hacer extensivo a las tres hermanas Bronte, Virgina Woolf escribió: “… tenemos que imaginar a alguien que no tuvo suerte en nuestro mundo moderno”.
No obstante, en nuestro mundo permanece y permanecerá la trascendencia de las imprescindibles novelas de las hermanas Bronte, que se puede descargar y leer de forma gratuita, en la Biblioteca Publica Digital:
Estimada Bárbara, muchas gracias por tu comentario. Muy probablemente hay nuevas y mejores investigaciones acerca de estas y otras autoras que se han ido descubriendo, especialmente con la profundización de los estudios de género. Te invitamos a que sigas leyendo nuestras reseñas y a visitarnos en Bibliotren y Biblioteca de las Artes. Saludos cordiales.
Artículo poco afortunado sobre la realidad de las hermanas Bronte. Branwell tenía un gran talento – especialmente en la poesía – aunque sus problemas de índole personal lo sumieron en la depresión, alcoholismo y opio.
La pequeña de las Bronte ni se nombra gran error si tenemos presente el gran peso de sus obras en el discurso feminista.
Y lo más importante, la primera novela escrita por Charlotte no fue «Jane Eyre» fue «El profesor» la cual los editores prefirieron no publicar emplazándola a que escribiera otra