“Ánimas de día claro” es una obra de teatro, comedia en dos actos, escrita por Alejandro Sieveking (1934-2020), dirigida en su primera puesta en escena por Víctor Jara, en 1961.
El lenguaje de la obra y la caracterización de los personajes, en su ingenuidad, así como la utilización de canciones y bailes, son elaborados a partir de elementos del mundo popular, de la primera mitad del siglo XX.
No obstante, antes de ser una obra meramente folclórica, este drama, festivo y cómico a la vez, alcanza el lenguaje de la tradición perenne y universal del mito, la atemporalidad de las leyendas populares, construido con sustantiva carga poética y situaciones mágicas, aunque profundamente humanas.
El mismo argumento de la pieza dramática parte de la creencia popular de que el espíritu de un muerto no puede acceder al descanso eterno si aún conserva algún anhelo pendiente en vida… Por esta razón, cinco hermanas muertas “penan”, día y noche, en una casona de campo, en Talagante.
Las hermanas González, Floridema, Zelmira, Orfilia, Luzmira y Bertina, tienen la misma apariencia con la que murieron. Las primeras cuatro octogenarias, mientras que Bertina, joven. De este modo, las ánimas en pena se encuentran tanto en una situación individual como colectiva, de esperanzas y desesperanza.
Eulogio, un inocente y joven pueblerino, aparece con la intención de comprar la casaquinta, a pesar de las advertencias de su primo Indalicio y su amigo El Nano, generando la posibilidad de que cada una de las hermanas logre materializar sus deseos. Eulogio conoce a las mujeres, sin saber que se trata de ánimas…
Y efectivamente, por azar, las ánimas van cumpliendo sus anhelos. Sencillos, alcanzables, simples esperanzas: dar de beber una copita más de licor de membrillo, recuperar una artesanía perdida hace muchos años, seguir a una de las hermanas donde quiera que ésta vaya y dar una cachetada a una mujer metiche y envidiosa.
Todas cumplen sus deseos, salvo Bertina. Lo que más quería ella era dar un beso a un enamorado, pero, a causa de un feísimo lunar en la punta de su nariz, volvía turnios a quienes se le acercaban, alejándolos.
Pese a esto, Bertina y Eulogio se enamoran. El joven quiere comprometerse con ella. Incluso hacen planes para el futuro. Pero la entrometida de Doña Vicente los interrumpe, contando la verdad a Eulogio, ¡se trata de un ánimas en pena!, quien se asusta.
Recapacitando, Eulogio le promete amor eterno. Pero Bertina le dice que se vaya. El joven responde que cuando muera va a volver por ella, como ánima también, retenido por el deseo de estar juntos. Bertina le promete que lo esperara, aunque pasen muchos años. Se despiden con un beso…
¡Un beso! ¡Al fin! ¡Se cumple su deseo! Empero, Bertina ya no desea irse, pues se ha enamorado y, por lo tanto, ha fecundado un nuevo deseo que la sujeta a este mundo. Se pierde de este modo en un nuevo deseo, pero generando también una nueva esperanza de cumplirlo y así alcanzar la libertad.
Sin lugar a dudas, una de las mejores obras de la dramaturgia chilena, que logra alcanza un tema de valor universal: las esperanzas y deseos existenciales, núcleos del ser humano.
“Animas de día claro”, de Alejandro Sieveking, puede ser leído gratuitamente desde la Biblioteca Publica Digital.