Yukio Mishima nació en Japón en 1925 y murió en 1970. Escribió 34 novelas, 50 obras de teatro, 25 recopilaciones de cuentos, además de ensayos y artículos periodísticos. Es, sin lugar a dudas, uno de los escritores más grandiosos de la literatura universal, así como una figura excepcional y excéntrica.
Tuvo una infancia espinosa, marcada por el autoritarismo del padre y la abuela, pero también por el amor incondicional de la madre. Niño genio, melancólico y sosegado, fue el número uno del Colegio Imperial, por lo que el mismísimo Emperador Hirohito le regaló un reloj de plata a modo de reconocimiento.
A los 19 años, fue seleccionado como aviador Kamikaze, pero fingió una enfermedad para librar del trágico destino, cuestión que marcará profundamente su psicología.
Del mismo modo que ejecutó con maestría distintos géneros literarios, actuó, protagonizando la película que también dirigió y escribió, “El rito de amor y de muerte” (1966), basada en su cuento “Patriotismo”. Y con la misma pasión y destreza cultivó las artes marciales, la fotografía, la coreografía, el diseño, fue maestro de esgrima y uno de los primeros fisicoculturistas de su país.
Por si todo esto fuera poco, preparó durante los últimos cinco años de su vida una tetralogía titulada “El mar de la fertilidad”, al mismo tiempo que planificó su suicidio ritual tradicional, mediante el Sepukku, junto a su ejército personal, el Tatenokai (Sociedad del Escudo), constituido por la defensa de los valores tradicionales.
En su obra hay una reflexión y convicción en la defensa de la cultura de su nación, así como una crítica de la civilización occidental dominante. Sin embargo, absorbió profundamente tanto los componentes de la cultura propia como la extranjera. Su contexto es el de un Japón frenéticamente occidentalizado, pero signado por una tradición de alguna manera inmutable, que no puede sino enfrentarse a los valores de la sociedad industrial.
Poliglota, fue un profundo conocedor de la cultura y la literatura europea. Wilde, Mann, Cocteau y Proust, fueron algunas de sus influencias literarias.
Fue amigo de Yasunari Kawabata, con el que compartió una bellísima correspondencia y al que reconoció públicamente como su maestro. Sin embargo, Kawabata, al conocer que recibiría el Premio Nobel del año 1968, comentó: “Cómo me lo dan a mí, si existe Mishima”. El propio Mishima había sido nominado tres veces al galardón internacional.
En noviembre de 1970, Mishima ingresó con cuatro miembros de su ejército, el Tatenokai, a una reunión con el general de las Fuerzas de Autodefensa de Japón, quien lo recibió en su despacho entusiasmado por reunirse con el gran y excéntrico escritor.
Una vez dentro, cerraron la puerta de la oficina militar, ataron al general y Mishima salió a la terraza, junto a uno de sus compañeros, mientras los otros se enfrentan a los militares que intentaban entrar. Mishima arengó a las tropas a unírseles en la defensa del Japón tradicional… Pero recibió como respuesta gritos, abucheos e insultos, que enmudecieron su discurso. Sus últimas palabras fueron: “Creo que no me han entendido bien”.
Luego de eso, en silencio, regresó al despacho militar y junto a uno de sus colaboradores realizó el Seppuku, que solemos llamar Harakiri. Pero, mientras el Harakiri es sólo la ceremonia donde el samurái se atraviesa el vientre con la espada, en el Sepukku su ayudante le hace “el honorable favor” de, también, decapitarlo.
En la Biblioteca Publica Digital puedes acceder a la recopilación de cuentos de Yukio Mishima titulado “La perla y otros cuentos”.