Seamus Heaney nació en Irlanda del Norte en 1939 y falleció en Dublín, Irlanda del Sur, en el año 2013. Poeta, dramaturgo y traductor, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1995.
Se ha dicho de él que es el poeta irlandés más importante desde W. B. Yeats. Y, como Yeats, hizo de la poesía tanto un testimonio de la experiencia personal como de la sociedad, de lo estético y lo político, expresión de lo local y de lo universal.
Su poética contiene un descomunal y fabuloso vocabulario, propio de un chico de un medio popular que creció en la ruralidad marginal de Irlanda del Norte, pero que luego, por su enorme inteligencia y talento, llegó a ser profesor universitario, tanto de Harvard como de Oxford.
En la poesía de Seamus Heaney se puede descubrir los alrededores locales, detalles de la vida rural, la ciénaga y el pantano, la lluvia y el musgo, descripciones de la vida comunitaria y sus dialectos, la infancia y la humilde vejez, la mixtura entre la vida vegetal, animal, mineral y otras formas de materia inorgánica.
El poeta conoce perfectamente la vegetación y geografía de su localidad, los animales y el clima, la fragancia y el hedor, y ha guardado en la memoria lo que ha mirado y ha tocado.
Del mismo modo, en tanto que, nacido en el seno de una familia católica, minoría segregada, es testigo y da testimonio de su contexto histórico, las costumbres y las mitologías, la controversia religiosa entre catolicismo y protestantismo, la tensión entre lo rural y lo urbano, la violencia política, los asesinatos y las heridas que aun no cierran.
No obstante, también testifica acerca de una más amplia y universal experiencia humana.
Heaney es fiel a su tierra natal, a su pueblo, y se esfuerza por mantener viva esa memoria, consiguiendo, sin embargo, universalizar su experiencia, no sólo desde el contenido (emocional, psicológico, natural y cultural), sino desde la forma más alta del qué hacer poético, del oficio como escritor, es decir, de un poema perfectamente escrito que logra echar por tierra cualquier tentación de confesionalismo o sentimentalismo.
Como Yeats, Joyce y Beckett, y en verdad como todos los espléndidos escritores que nos ha entregado la lengua y la literatura irlandesa (agréguese a Oscar Wilde y George Bernard Shaw, Jonathan Swift y Bram Stoker), Seamus Heaney hace uso genial de una lengua propia en tanto base de una identidad nacional.
No se trata, empero, de un poeta nacionalista, menos chovinista, sino de la conciencia de pertenecer a un pueblo, a una cultura, a una historia, a una realidad social, que debe expresarse en el inglés británico, el idioma de quienes han condenado a su propio pueblo a la discriminación. La lengua, el gaélico, que es suya y de sus antepasados, parte de una magnánima tradición literaria, se enriquece por el idioma inglés tal como se habla en Irlanda.
De ahí la infinidad de términos topónimos, expresiones, variaciones dialectales, en el vocabulario del poeta, que amalgama, además, diferentes voces y “personajes”.
Todo esto, por último, presenta un desafío enorme a la traducción de la poesía de Seamus Heaney, obligando al traductor a sacrificar parte de la forma o del contenido, a intercambiar esto por aquello, a inventar a veces, a enunciar y renunciar a mostrar… la inexpresable perfección del poema.
En la Biblioteca Publica Digital puedes leer gratuitamente la antología titulada “100 poemas”, de Seamus Heaney: