En los años de la Primera Guerra Mundial y los siguientes, surgieron varios movimientos artísticos orientados a la ruptura con la sociedad bélica y liberal existente, tales como el dadaísmo y el expresionismo. Pero ante las frustraciones con la que se fue encontrando la vía de la rebelión, emergió un camino que desarrollaba dicha rebeldía orientándola hacia una propuesta transformadora, que, además, hundía sus simientes en una tradición más profunda, la de los sueños y el espíritu: nació entonces el Movimiento Surrealista.
No se trataba ya sólo de la rebelión, sino también de la revelación. Revelación del inconsciente, de los sueños, de la palabra, del espíritu. En este sentido, al dadaísmo y al expresionismo, se sumó la tradición artística del romanticismo y del simbolismo.
Yo miro a la Bestia mientras se lame
Para confundirse mejor con todo lo que le rodea
Sus ojos color de oleaje
La charca que detiene siempre al hombre
Con su pequeña plaza de la Opera en el vientre
Pues la fosforescencia es la clave de los ojos de la Bestia
Que se lame
Y su lengua
Asestada no se sabe nunca de antemano hacia dónde
Es una encrucijada de hoguera
Desde debajo de ellas contempla su palacio hecho de lámparas metidas en sacos
(André Breton, Guerra)
El Movimiento Surrealista buscaba la estrecha comunicación con las profundidades desconocidas del espíritu y para ello desarrolló métodos para exteriorizar la vida inconsciente, donde el principal de ellos era el “automatismo psíquico”. No era pues una búsqueda simplemente literaria o artística, sino la travesía de generar vasos comunicantes entre la vigilia y el sueño, la razón y la locura, el conocimiento y el amor.
En este sentido, el surrealismo no consiste tan sólo en el abandonarse al mundo onírico, sino el esfuerzo por traer los sueños a la vida, es decir, la voluntad de transformar la vida. El surrealismo no busca la simple ruptura, sino el reencuentro entre arte y sociedad, mundo interior y exterior, entre sueño y vigilia, fantasía y realidad. Era, en fin, método y practica para transformar el mundo.
En la ausencia sin deseo
en la soledad desnuda
en las escalinatas de la muerte
escribo tu nombre.
En la salud reencontrada
en el riesgo desaparecido
en la esperanza sin recuerdo
escribo tu nombre.
Y por el poder de una palabra
vuelvo a vivir
nací para conocerte
para cantarte
Libertad
(Paul Eluard, Libertad)
Otro elemento de la problemática de la transformación del mundo y de la libertad abordada por el surrealismo, es que no opone la libertad individual a la libertad social y viceversa. Por el contrario, se trata de conjugar libertad individual y social, esto es: la libertad del espíritu.
Es por ello que el surrealismo no sólo ocupara la poesía, la pintura, la fotografía, para expresar sus ideas y pasiones, sino también los Manifiestos como género literario y expresivo. Fundamentales son los dos Manifiestos Surrealistas, de 1924 y 1929, escritos por André Breton.
El quiebre del Movimiento Surrealista se produjo cuando no se pudo sostener el encuentro entre la voluntad de transformación social, por un lado, y la libertad individual, por otro, es decir, cuando al interior del movimientos se sintieron obligados a elegir, por las circunstancias históricas, entre el compromiso político o el compromiso artístico, sin poder seguir conjugando ambos elementos. Orientaron su qué hacer hacia la política grandes artistas como André Breton, Paul Eluard, Louis Aragon y Benjamin Peret, mientras el camino de la experiencia individual fue seguido por otros tan importantes, como Salvador Dalí, Antonin Artaud y Max Ernst.
A continuación, te presentamos los siguientes textos acerca del movimiento surrealista que pueden ser descargados gratuitamente de la Biblioteca Publica Digital.
Cronología del movimiento surrealista, de Waldo Rojas:
El Surrealismo de hoy, de Tristán Tzara:
Alejo Carpentier y la cultura del surrealismo en América Latina, de Anke Birkenmaier:
Dalí joven, Dalí genial, de Ian Gibson:
Rima surrealista, de Fernando Senociain:
Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca: