La llegada en 1886 de Van Gogh a Paris, donde vivía su hermano Theo (comerciante de arte), marca un antes y un después en su trayectoria artística. Su incursión en la pintura había iniciado a penas 6 años antes y continuaría por tan sólo 4 años más. Había nacido en Holanda en 1853 y moriría en Francia en 1890, dejando una obra compuesta por 900 cuadros (en oleo y acuarela) y 1600 dibujos, en cuestión de tan sólo 10 años. Vida breve, enérgica, como su arte.
Fue hijo de pastor calvinista y él mismo se convirtió en misionero protestante, recorriendo las regiones mineras de Holanda y Bélgica, entregando la predicación evangélica. Consideraba la religión como una idea viva y vivificante, que debía comprometerse con la realidad de los seres sufrientes y fatigados, pero cuya alma seria inmortal. Los mineros de sus primeros cuadros estaban en compañía de Dios.
Al mismo tiempo, había sido influenciado por las ideas de redención social y democracia, que emergieron desde la Revolución Francesa (1789), la insurrección popular de 1848, hasta la Comuna de Paris (1871). De este modo, se articulaban en su pensamiento y su voluntad, el evangelismo y el socialismo humanitario, La Biblia y “La Revolución” de Jules Michelet.
Las mujeres y hombres, trabajadores de las fábricas, las minas y del campo, es el mundo que le apasiona, y que lo llevará de su actividad predicadora e ideas sociales, a su vocación artística. Por esta razón, sus primeros cuadros están comprometidos con la escuela realista, siendo sus referencias pictóricas Millet, Courbert, Daumier y Delacroix, quienes habían retratado el mundo de obreros, campesinos, artesanos y demás sectores populares.
Pero a su llegada a Paris, los nuevos gobiernos tenían una actitud resueltamente hostil al arte de demócratas y revolucionarios. En parte, este recelo oficialista contra el arte de abierto compromiso social, impulsó el alejamiento de las “ideas” y el “espíritu” realista, para moverse hacia las “formas” del impresionismo.
Contrario a lo que pudiera creerse, precisamente el movimiento impresionista (Monet, Pissarro, Degas, Renoir, Sisley, entre otros) se caracteriza por su formalismo: las relaciones entre la pintura y la ciencia, la visión, la luz y la técnica. Desde el punto de vista de Van Gogh, de espíritu realista, a su llegada a Paris, encontró sus ideales revueltos y hasta destruidos.
No obstante, su reacción no fue la inmovilidad, sino que, tras un “shock” al color impresionista, su pintura oscura fue profundamente transformada, por una nueva luminosidad. El resultado de este encuentro y a la vez distinción entre un Van Gogh realista y el movimiento impresionista, le ha dado la identidad estética de posimpresionista y precursor del expresionismo. Y es que, ciertamente, la intensidad de la expresión en Van Gogh no es sino la búsqueda por la expresión intensa de la realidad. Los seres humanos en la naturaleza tienen, para él, un significado espiritual: allí está la Verdad y su Utopía, en la conjunción entre humanidad y naturaleza.
A pesar de este encuentro fructífero, en su fuero interno Van Gogh encontraba un mundo demasiado alejado de sus ideales, donde su Verdad y su Utopía se derrumbaban.
Aparecen entonces dos constelaciones que reorientarán su labor artística: Paul Gauguin y la provincia de Arlés, al sur de Francia. Gauguin contribuye con la crítica al impresionismo, denunciando la sustitución que éste movimiento hizo del pensamiento por el ojo. Y Arlés, el reencuentro con la naturaleza y la gente sencilla y trabajadora. Gauguin y Arlés proporcionarán a Van Gogh la capacidad de persistir en la búsqueda de la profunda sustancia de la Verdad y la Utopía.
Van Gogh no busca simplemente reproducir lo que tiene frente a sus ojos, sino, más bien, servirse de los colores, de forma arbitraria y más intensa, para acceder y expresar la sustancia del mundo de los seres humanos en la naturaleza. También la pincelada ─larga, ondulante y circular─ será una forma de intentar expresar lo verdadero. Para ahondar más en la vida y obra de este pintor excepcional, puedes acceder de manera gratuita al libro “Van Gogh”, de la Editorial Parkstone International en Biblioteca Publica Digital.