William Carlos Williams (19883-1963) es uno de los más importantes poetas del siglo XX, a pesar de su poca popularidad. Tanto su obra, como la influencia que ha ejercido en otros escritores, entre sus contemporáneos y las posteriores generaciones (Charles Reznikoff, Allen Ginsberg), en su país o en el resto del mundo (Nicanor Parra, Octavio Paz), lo elevan al estatus de “un clásico de la literatura americana”.
Su relevancia pasa por su originalidad, voluntad de renovación del lenguaje poético y la emancipación radical de la tradición anglosajona. A lo que se agrega el hecho de que, al intentar fundar un nuevo lenguaje, abrió también una nueva perspectiva de ver y valorar el mundo. El amor, la vejez o el arte mismo, por ejemplo, pierden su tradicional dramatismo y tono heroico, para retornar a lo cotidiano, a las pequeñas alegrías, a lo vivido por la gente sencilla y a través de su lenguaje, el de las cosas, el de los actos y situaciones.
Y si poetizó acerca de “obras artísticas”, especialmente pinturas, no lo hizo por arrogancia intelectual, sino porque eran parte de su pasión cotidiana, intima, su gusto personal.
Las expresiones coloquiales, las escenas de la vida cotidiana, el mundo inmediato y concreto que nos rodea, se vuelven poesía. Sin embargo, no se limitó a la pura “representación” de la “realidad”, sino que se planteó hacer del poema la presencia misma de la realidad. Por esa razón, al tener algo que decir, buscó, además, la forma correcta de decirlo. Sustituyó, entonces, la rima por el ritmo; y comprendió y enseñó, que la “forma” es también “significado”.
Escenas cualesquiera, presentadas con ritmo, objetividad y simpatía; un mundo y una lírica al alcance de todas y todos; hechos que ocurren a diario en todas partes del mundo: esto constituye la obra de William Carlos Williams, poeta del aquí y ahora y de la sinceridad.
Puedes acceder de forma gratuita a su Obra Reunida, en versión bilingüe, publicada por Editorial Lumen, a través de la Biblioteca Publica Digital.